El pasado fin de semana debía viajar hacia el municipio de Guarne en un apostolado. Me dirigí a la terminal de transporte y abordé el bus que me llevaría en unos 40 minutos a mi destino.
Quedaban pocos puestos y me ubiqué en uno bastante incomodo pues quien estaba detrás de mi puesto estaba lleno de maletas y por esto no podía reclinar mi silla, la cual estaba completamente recta. Adicional a esto quien iba delante de mi puesto tenía completamente reclinada su silla pues era un señor bastante robusto. Se imaginarán mi imagen de jamón al interior de un sándwich. En este relato llamaremos a este señor, -el robusto-