Mientras yo dormía plácidamente y me levantaba a desayunar, Jesús amanecía en vela, después de la agonía en el huerto y del maltrato de madrugada.
Mientras yo me aseaba y vestía para la ocasión, Jesús era despojando de su ropa, destrozado y flagelado.
Mientras yo caminada el viacrucis con mi familia, Jesús lo hacía solo, en medio de burlas, salivazos y piedras.
Mientras yo me resguardaba del sol bajo una sombrilla o bajo un árbol, Jesús recibía la inclemencia del medio día sobre su ya irreconocible espalda.
Mientras yo me detenía cada 15 minutos, me sentaba y tomaba agua, Jesús caía y se arrastraba con la lengua pegada al paladar y su carne viva restregada en el pedregoso sendero.
Mientras yo sabía que en pocos minutos terminaba el viacrucis y me podía ir a casa, descansar, tomar algo, Jesús sabía que en pocos minutos comenzaba el culmen de su suplicio y su más inhumano final.
¿Notas alguna diferencia?