Cuando la limitación toca tu puerta

Es cierto, somos limitados.

Muchas veces se nos insiste en esto: nuestra capacidad es limitada, nuestras fuerzas son muy inferiores a lo que creemos; a diario nos lo repiten y no lo creemos. Esa extraña soberbia de sentir que podemos con todo invade silenciosamente nuestra alma como un veneno en el aire que no lo vemos pero que está allí presente para hacernos daño.



Este post nace como una experiencia personal de mi limitación. En una vida donde no pocas veces debemos apoyar a muchas personas, darles ánimo, hacerles ver que sus problemas no son tan grandes, que todo tiene remedio y todos los etcéteras que se imaginen, llega uno a sentirse inmune, un súper héroe enfrentando problemas y nos olvidamos de que sin Dios nada podemos hacer. Pero Dios nos ama, su Madre (la mía) nos instruye con los acontecimientos cotidianos que nos recuerdan que no son mis fuerzas sino SUS fuerzas las que sostienen las cosas.

Llega a mi vida el más mínimo obstáculo y genera una contrariedad que, les confieso, no esperaba. Me di cuenta que era tanta la confianza en mis fuerzas que el impacto de mi debilidad me hizo poner los pies sobre la tierra y los ojos en el cielo. Es el impacto de aquel que cree que puede alzar en brazos un carro pero que al entregarle las llaves cae rendido por su peso.

Es María nuestra Madre preciosa la que educa así a sus consagrados y nos ayuda a ser cada vez más humildes. Tengo plena conciencia de lo que está pasando en mi alma, del combate contra aquello que no quiero, y aún así sigo sintiendo el hueco en el alma de la insignificante contrariedad que me perturba contra mi propio querer. Ahí está, Dios lo quiere así como una forma pedagógica de tener una señal sensible de mi limitación y se lo agradezco.

Seguiré tratando de ayudar a quien me lo pida, pero ahora con mayor empatía, entendiendo cada vez con más claridad que siente su alma; tal vez es lo que me pide Dios con este reto, o tal vez sea una preparación para algo realmente importante, no se, que sea lo que Dios quiera de mi.