Misa diaria ¿es posible?

Dentro de las prácticas de crecimiento espiritual que venimos trabajando, una de gran importancia es la asistencia continua a la Sagrada Eucaristía, si es posible a diario. Pero ¿cómo lograrlo?

Bueno lo mismo me preguntaba yo antes de empezar a hacerlo pues siendo empleado, con esposa e hijos, el tiempo es más que limitado. Además con respecto al ánimo, me costaba incluso ir a la Misa dominical entonces para mi era casi una locura pensar en asistir a diario. Pero nuevamente, la Gracia de Dios actuando a través de mi Mamita María me fue revelando el camino; y empecé a revisar mi ya apretado horario pero el tiempo en el trabajo lo hacía casi imposible; no encontraba el espacio adecuado y usaba esto como excusa. Pero Mamá insistía.



Mi primer idea fue asistir a Misa de 6AM pues me daba para luego ir a trabajar a las 7AM, pero esta idea se esfumó rápidamente: sabía que la batalla la iba a ganar la cama con gran facilidad; si a esto le sumo que la Iglesia donde madrugan tanto quedaba bastante retirada de mi casa, lo que me significaba ir en bus y salir muy temprano, era un proyecto condenado al fracaso. Hay que ser sensato, era necesario buscar otra alternativa. Esto me tomó un tiempo.

Algún día en el trabajo, busqué una Iglesia cercana. Quedaba a 5 cuadras y me dije “voy a ensayar yendo un día a la hora del descanso aunque se me enrede el almuerzo” pues tengo una hora de almuerzo a medio día.

Pues así lo hice; fui a la Eucaristía de 12M y cual fue mi sorpresa al encontrarme con una celebración corta pero completa que me permitió almorzar después y sin problemas. Y aquello que iba a ser un ensayo, se convirtió en una práctica continua: todos los días a medio día, asisto a la Santa Eucaristía (si no hay fuerza mayor obviamente).

Es algo maravilloso poder recibir a diario a mi Jesús. Es una Gracia que necesitamos para poder avanzar, créelo.

Además sin quererlo haces familia. Miras a tu alrededor y ves en un 80% siempre las mismas caras. Es curioso pues todos terminamos “escriturando” nuestro lugar en el templo. Inconcientemente siempre nos hacemos en el mismo sector y casi todos los asistentes los encuentras en el mismo lugar. Y no falta aquel feligrés con voz potente que responde cada invocación y canta a todo pulmón. O aquel adulto mayor con dificultades para caminar que siempre, sagradamente, se levanta de su puesto durante la paz y se dirige a hacer la fila pues siempre es el primero en comulgar. Y te avergüenzas con el que recoge la ofrenda si llevas varios días sin dar ni un peso. O aquel hermoso grupo de damas en su edad dorada adornando las primeras bancas con su nieve capilar.

Todo es hermoso, es un banquete familiar, de hermanos y, por que no decirlo, de conocidos que adelanta la fraternidad que viviremos en el cielo.

Y tu ¿Ya formaste tu familia eucarística? O acaso ¿te cuesta ir a diario? ¡Excelente! ¡Es el primer paso!

¿Que tal si das el siguiente paso y siquiera lo intentas? Pruébalo, ¡te sorprenderás!