¡Creo en Dios! es la primer afirmación que hacemos, sin la cual, las demás carecerían de sentido. Hoy vivimos en un mundo que quiere romper esta base fundamental: Creer en Dios. Hoy todos quieren creer en cualquier cosa, menos en Dios. Creen en seres extraterrestres, en energías cósmicas, en teorías "científicas", en discursos retrillados de políticos, en chamanes, brujos y charlatanes, pero no quieren creer en Dios.
Este Dios sobre el cual gira toda nuestra fe se nos presenta como Único en las personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo y no como una fuerza o energía anónima, sino como una realidad cercana y por eso tiene un nombre: YHWH "Soy el que soy"; esto nos debe recordar que "Él es" y nunca cambiará; nunca cambiará su amor y bondad para con sus hijos; nunca cambiará su misericordia ante nuestra infidelidad; nunca cambiará su Verdad ante nuestra falsedad. Él siempre quiere nuestra felicidad.
Hablamos mucho del amor de Dios, pero nunca llegamos a profundizarlo. Su amor es más grande que el de un padre o una madre hacia su hijo, que el de un esposo con su enamorada. Piensa en aquello que más amas, por lo que darías hasta tu vida, y en comparación con el Amor de Dios es nada. Por esto Juan lo decía: "Dios es Amor" 1Jn 4,8.
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